El fallo del tribunal fue unánime. Durante el juicio, R.N.C. se mostró tranquilo y respetuoso hacia el tribunal, pero al conocer el veredicto, un policía lo esposó y lo condujo directamente a la penitenciaría. R.N.C. había llegado al juicio libre, pero ahora tendría que cumplir su condena en prisión.
En la audiencia, el defensor de R.N.C. pidió que dos mujeres dieran su testimonio, pero la fiscal se opuso y los jueces no lo permitieron. La fiscal Virginia Palacios reconstruyó los hechos, señalando que R.N.C. había abusado de su hija de manera sistemática durante más de una década, cuando la madre de la víctima estaba ausente y él la llevaba a su habitación para abusarla. Palacios también destacó que la víctima nunca incurrió en contradicciones ni ambigüedades durante sus siete declaraciones en la corte y que el testimonio de su madre, dos amigas y un medio hermano también respaldó su versión.
R.N.C. declaró en su defensa que la expareja de su actual compañera había tramado un complot para separarlos y que, por eso, terminó siendo denunciado. La fiscal desestimó la versión de R.N.C. y se ocupó de repasar su perfil psicológico, que según las pericias psiquiátricas, mostraba que era narcisista, psicopático, inmaduro, infantil e incapaz de aceptar errores.
El abuso prolongado y sistemático por parte de R.N.C. humilló y degradó a la joven, causándole hondas secuelas en su psiquis. La víctima tuvo que atravesar los pasillos de los tribunales en siete ocasiones para declarar y nunca incurrió en contradicciones ni ambigüedades. El fallo del tribunal fue justo y reafirmó que no se permitirá la impunidad en casos de abuso sexual, especialmente cuando el abuso es infligido por un miembro de la familia.
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