Los jueces del Tribunal de la Cámara Penal de Concarán, Sandra Piguillem, María Claudia Uccello de Melino y José Luis Flores, fundamentaron su decisión en la asimetría y el sometimiento presentes en la relación entre la víctima y el agresor, así como en el historial de violencia de género sufrido por Godoy.
En un extenso documento, los magistrados detallaron las certezas que los llevaron a condenar a Alaniz, a pesar de que él sigue negando su culpabilidad. El vínculo entre la pareja, según los jueces, estaba marcado por la violencia de género, en contraposición a la versión presentada por la defensa, que intentó desviar la responsabilidad hacia otra persona.
El testimonio del femicida durante el juicio fue incluido en el documento, donde relató su versión de los hechos. Sin embargo, el tribunal encontró pruebas contundentes que contradicen su testimonio. Las declaraciones de amigas, primas y vecinas de Godoy confirmaron la existencia de un proceso sistemático de violencia verbal, psicológica y física que culminó en su trágica muerte.
El tribunal también destacó evidencias como el recorrido registrado por las cámaras de seguridad, que demostraron que Alaniz estuvo en la casa de la víctima en el momento del crimen. Además, se encontró su abrigo en la vivienda de Godoy, coincidiendo con las imágenes de las cámaras de videovigilancia y una publicación en Facebook donde se mostraba vistiendo la misma prenda.
En respuesta a la defensa, que alegó la falta de lesiones en Alaniz como prueba de su inocencia, el tribunal señaló que el agresor pudo haber utilizado diversos objetos contundentes para golpear a la víctima, sin dejar marcas visibles en su propio cuerpo. Además, rechazaron la solicitud de investigar el semen encontrado en el cuerpo de la víctima, argumentando que no altera las pruebas de la golpiza y el estrangulamiento llevados a cabo por Alaniz.
El caso de Laura Godoy se ha convertido en un ejemplo paradigmático de violencia de género. Los jueces resaltaron que la víctima fue objeto de hostigamiento, manipulación, aislamiento y culpabilización. Su vida estuvo constantemente vigilada y controlada por Alaniz, lo que resultó en daño psicológico y físico. El tribunal destacó que este tipo de violencia refleja un desprecio hacia las mujeres y busca mantener una situación de dominación y sometimiento.
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