El abuso tuvo lugar cuando la víctima, C.Y., se quedó en casa de una amiga y fue vigilada por el acusado, quien trabajaba como niñero en la residencia.
Armando Carmona, el acusado, ha estado en prisión por más de dos años y hoy sabrá si enfrentará muchos más años tras las rejas o si, por el contrario, recuperará su libertad. Sin embargo, a juzgar por los testigos y pruebas presentados durante el debate oral en su contra, la última posibilidad parece lejana. La víctima, quien actualmente tiene 15 años pero que al momento del abuso tenía 12, ha relatado nuevamente casi con exactitud lo que contó en Cámara Gesell hace más de tres años, es decir, que el acusado la violó esa noche. El tribunal escuchará hoy los alegatos del fiscal, el defensor y la representante de la chica, y dará su veredicto.
El joven de 22 años está acusado de “Abuso sexual con acceso carnal”, un delito que, según el Código Penal, prevé una pena de entre seis y quince años. En su momento, el fiscal de primera instancia elevó la causa a juicio y solicitó que Carmona fuera condenado a doce años de prisión. En la actualidad, el fiscal del debate oral, Fernando Rodríguez, podría mantener ese pedido de pena o bien solicitar menos años de cárcel.
Durante el juicio, la médica forense que revisó a C.Y. confirmó que la chica había tenido relaciones sexuales. Luego declaró el preceptor de la escuela donde asistía la víctima, quien fue el primero en denunciar el abuso y darle importancia a lo que había sufrido.
Después de dos meses y medio de angustia, la maestra de la nena comenzó a notar cambios conductuales en ella. Cuando le preguntó si estaba bien y qué le sucedía, C.Y. relató que en julio había sido violada por un joven que tenía entre 17 y 18 años. Sucedió una noche que la adolescente se quedó a dormir en lo de una amiga, como había hecho en otras ocasiones. La idea era que se quedara allí, así a la mañana siguiente podría ir a la escuela junto a su amiga.
Esa noche, la madre de la otra niña viajó a Villa Mercedes y dejó a las chicas y a sus otros dos hijos, de siete y diez años, al cuidado de Carmona. C.Y. normalmente dormía en la misma cama que su compañera, pero esa noche se acostó en la cama libre de la mujer. Su amiga, en cambio, se quedó en su dormitorio. Alrededor de las dos de la mañana, mientras C.Y. veía una película con su celular, el acusado se sentó en la cama e intentó besarla. Cuando la adolescente se alejó, él insistió y, tras un forcejeo, la desvistió y la violó.
Al día siguiente, ella le contó a su amiga y luego a la madre de esa chica lo que había hecho el acusado, pero la mujer no le dio mayor importancia. Le dio a entender que confiaba en el joven, que seguro que no la había obligado y que, por lo tanto, debía tomarlo como una “mala experiencia”. Además, le dijo algo que después hizo que la damnificada se sintiera culpable consigo misma: “Si no te pegó no es abuso. Vos tenías la oportunidad de levantarte e irte”.
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