El acusado era el padrastro de una niña de 14 años con quien mantuvo prácticas sexuales.
El fiscal había solicitado una pena de 8 años mientras que la defensa había pedido la absolución. Durante el juicio, se debatió si la relación sexual fue consensuada o no.
El fiscal consideró que la conducta del acusado había causado un daño y atrofia al desarrollo sexual de la joven. La defensa, por su parte, trató de desvirtuar la figura del delito y de introducir la hipótesis de que la denuncia fue una especie de extorsión.
El acusado dijo sus últimas palabras antes de la deliberación del tribunal, expresando su dolor por la situación personal y la condena social irreparable que ya conlleva este tipo de causas.
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