Policiales

Condenaron a un limpiavidrios por tirar a una fogata y dejar morir calcinado a un amigo

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Una imagen del pasaje El Cerrito, de Tandil, donde ocurrió el trágico hecho. (Foto: gentileza Diario El Eco)

Un hombre fue condenado en un juicio abreviado a seis años y 10 meses de prisión por haber golpeado a un amigo, hacerlo caer sobre una fogata y dejarlo morir calcinado en la zona del pasaje El Cerrito, en Tandil.

La dramática escena ocurrió el 14 de junio de 2017 alrededor de las 20:00, mientras un grupo de siete limpiavidrios estaban reunidos alrededor de una fogata en un parque público. En un momento, cinco de ellos decidieron ir hacia un semáforo ubicado a una cuadra y media de allí para realizar su actividad.

Sin embargo, José María Jara y Juan José Acuña (alias “El Maro”) se quedaron solos cerca del fuego y allí se originó una discusión entre los dos.

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Según la secuencia que figura en el expediente, luego de la disputa verbal, Jara le pegó en la cabeza a Acuña y le provocó una herida en el cuero cabelludo, en la región parietal derecha. Como consecuencia del golpe, Acuña perdió el equilibrio y cayó sobre las llamas sin poder reponerse ni tampoco apartarse del fuego por sus propios medios.

“En su versión imprudente, la conducta de agredir físicamente a Acuña en la cabeza en las cercanías de una fogata encendida contenía en sí un riesgo de producir, entre los resultados posibles, la lesión indicada y la caída de la víctima sobre el fuego que efectivamente sucedió; consecuencias estas previsibles para Jara”, afirmó en su sentencia el juez de la causa, Guillermo Arecha, según publica el diario El Eco, de Tandil.

En este sentido, el magistrado agregó: “A pesar de esto, pudo no ejecutar el accionar violento descrito o bien, de hacerlo, adoptar los recaudos necesarios para que no se produjera dicho desenlace. Por ejemplo, modificar la dirección y controlar la fuerza del golpe propinado o bien alejar a la víctima del fuego al momento de agredirlo”.

Arecha señaló además que al no hacer nada para evitar que su amigo cayera sobre las llamas Jara infringió el deber de cuidado que las circunstancias del momento le exigían. Tanto para el juez como para la fiscalía, Jara estaba obligado a auxiliar a Acuña.

Pero al contrario de esto el agresor se retiró del lugar y fue hacia donde estaban sus otros compañeros, a los que les avisó que había golpeado y tirado al fuego a Acuña. Esa confesión fue clave a la hora de la condena.

Al respecto, el juez Arecha destacó que si bien esas manifestaciones no equivalen a una confesión llevada a cabo con todas las garantías dentro del proceso penal, al mismo tiempo “no hubo obstáculos para valorarlas como un elemento más indiciario dentro de un cuadro probatorio más global”.

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