En Misiones, a fines de julio, lo que para Camila comenzó como la búsqueda de un anhelado reencuentro familiar se transformó en una pesadilla que aún la persigue. La mujer de 36 años, cuyo nombre se ha mantenido bajo el alias por razones de privacidad, conoció a su medio hermano a través de Facebook, desencadenando una serie de eventos que han dejado cicatrices indelebles en su vida.
Camila, que siempre había soñado con reunir a sus hermanos por parte de padre, dejó de buscar durante un tiempo. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y en septiembre del año pasado, un mensaje de su medio hermano marcó el comienzo de una conexión virtual. “Tenemos primos en común en Jardín América, y uno de ellos le habló de mí”, relató Camila. A partir de ahí, la comunicación se trasladó a WhatsApp, y lo que parecía un reencuentro esperanzador pronto se tornaría en una experiencia traumática.
Después de meses de intercambio de mensajes, decidieron encontrarse en persona. El hombre visitó a la familia de Camila, y al principio, todo parecía transcurrir sin problemas. Sin embargo, en julio pasado, reveló que se estaba separando de su pareja y solicitó la compañía de Camila en su hogar. “Nunca sospeché nada, ahora pienso que quiso ganarse mi confianza y así buscar el momento para lograr su cometido”, lamentó Camila al recordar ese fatídico día.
En la madrugada del sábado 22 de julio, la situación dio un giro drástico. De repente, el hombre tomó violentamente el brazo de Camila, la arrastró a una habitación y la sometió a un abuso sexual. “Me golpeó contra la pared, yo lloraba y le pedía que me dejara”, describió la víctima, quien, tras el ataque, logró escapar mientras su agresor se dirigía indiferente a ducharse.
Al día siguiente, tras confesarle a su novio lo sucedido, Camila y él se dirigieron a la Comisaría de la Mujer para presentar la denuncia. Aunque la Justicia emitió una orden de restricción de acercamiento, el presunto agresor permanece en libertad, continuando la pesadilla para Camila.
“Pensar mucho en esto me pone muy mal. Vuelvo a ese lugar y es horrible”, confesó Camila en una entrevista. A pesar de la gravedad del incidente, el proceso judicial avanza lentamente, y la víctima sigue esperando respuestas mientras enfrenta amenazas constantes por parte del agresor.
El lunes pasado, se llevó a cabo un paso más en la búsqueda de justicia, cuando la ropa que Camila usó el día del ataque fue llevada para su peritaje. Sin embargo, la incertidumbre y el dolor persisten para Camila, quien clama por una resolución mientras enfrenta las secuelas emocionales de una experiencia que nunca debería haber ocurrido.
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