Policiales

Femicidio de Johana: la escena del crimen parecía “plantada”

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Foto cortesía de Cyntia Escudero

Villa Mercedes (ED) Este viernes, al mediodía, mientras el juez Leandro Estrada les tomaba declaración a dos testigos, los policías del Departamento de Homicidios de Villa Mercedes levantaban la consigna policial en el domicilio de Juan Carlos Solalinde, el femicida y ex de Johana Galdeano, y le restituían el inmueble a la actual pareja de él. Eso fue porque los peritos ya recolectaron de la casa del barrio Justo Daract y de sus alrededores toda la evidencia que consideran que les ayudará a reconstruir lo que pasó allí. De hecho, una de las hipótesis que manejan los investigadores surge no solo de lo que pudieron advertir en el depósito, propiedad del acusado y donde hallaron a la víctima, sino también de cómo estaba ubicado el cadáver y los claros signos que daban cuenta de que había sido movido de lugar. Lo que les hace pensar que el cuerpo fue arrastrado y puesto en ese sitio, y en determinada posición, adrede.

Todo eso podría indicar que la mujer de 28 años no fue asesinada en ese galpón, donde su ex y actual secretario general de la Uocra guardaba, entre otros vehículos, dos camionetas y una retroexcavadora. Su cuerpo estaba a escasos metros del portón de chapa de ese depósito, pero la mayor cantidad de sangre no fue encontrada en el interior del inmueble, sino afuera, en el costado derecho de la entrada, donde hay gramilla, y otro poco cerca del auto, Honda Civic negro, que Johana había dejado estacionado sobre la calle Sarmiento, a más de 20 metros del ingreso al galpón.

La joven fue hallada boca arriba, con los brazos abiertos. En su mano derecha, con el puño abierto, había un cuchillo de mesa, detalló una fuente de la investigación. El cuchillo, de hoja serrucho, tipo Tramontina, coincidía con los otros cinco que la Policía secuestró de la casa del femicida, que es contigua a ese depósito, pero tiene su frente sobre la calle Justo Daract, entre Tallaferro y Nelson.

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La tarde del miércoles, Johana fue hasta lo de Solalinde vestida con un saco de lana, cuyo largo no llegaba a las rodillas. Cuando los policías observaron su cadáver, esa prenda estaba levantada, como si alguien hubiera arrastrado a la mujer. Y lo que confirma eso es el hecho de que, en efecto, la espalda de ella tenía raspones y estaba repleta de gramilla, indicó el informante. El piso del galpón de Solalinde es de tierra, pero no tiene gramilla. Esos yuyos solo están fuera del depósito.

Si bien la forense Alba Pereyra aún no le elevó a Mirta Ucelay, la jueza natural de la causa, los resultados de la autopsia, sí informó preliminarmente que murió por “un shock hipovolémico a causa de múltiples heridas de arma de fuego”.

En un primer momento, cuando la Policía todavía trabajaba en la escena del hallazgo del cuerpo, trascendió que la víctima recibió tres balazos. Ayer, dos fuentes de la investigación confirmaron que se trató de cuatro, dos de ellos con orificio de salida.

Aunque todavía resta que los peritos cotejen los dos proyectiles que extrajeron del cadáver con el revólver Magnum .357, de origen brasilero, que le secuestraron de la cintura a Solalinde cuando se entregó, todo indica que esa fue el arma con la que mató a la madre de uno de sus hijos, de dos años.

Foto: Luciana Iglesias (ED)

El lugar donde Johana recibió los disparos y la trayectoria que siguieron las balas hacen suponer a los investigadores que el primero de ellos lo sufrió en la mano derecha. Impresionada por el tamaño y la presencia de la Magnum, un revólver de acero puro, es posible que la joven haya intentado cubrirse con la mano. El proyectil, de gran poder destructivo, ingresó por el costado derecho de la mano, atravesó internamente la palma, en el límite con la muñeca, y salió por el costado opuesto.

Es probable que el balazo que resultó mortal haya venido después, porque fue el que le perforó un pulmón. El proyectil entró por el pectoral derecho y salió por la parte baja de la espalda. Dado el recorrido de la bala, lo más posible es que la mujer haya recibido ese segundo disparo mientras se desvanecía, producto del terrible dolor del primer impacto.

Una vez en el piso, o cuando estaba a punto de tocarlo del todo, a medio metro, el femicida le descerrajó el tercer balazo en la parte baja del abdomen, estimó el informante. Ya en el suelo, le disparó por cuarta vez. Ese último proyectil lo recibió en la mandíbula, en el costado derecho de la boca. Esos dos últimos tiros fueron efectuados incluso a menos distancia que los anteriores, a quemarropa.

 

Audiencias y pericias

Ayer Estrada, quien colabora con Ucelay, escuchó los testimonios de las policías de la Comisaría 8ª, quienes arrestaron a Solalinde, luego de que el gremialista se presentara en esa seccional para confesar el femicidio. En realidad, estaban previstas más declaraciones, pero las audiencias continuarán el lunes, confirmó el juez instructor. Los próximos en ser citados serán el jefe de Homicidios, Sebastián Tula, y el oficial principal Rodrigo Martínez.

Para ese entonces es probable que las audiencias sean tomadas por Ucelay, quien ya habría cumplido los diez días de aislamiento a los que debió someterse por ser contacto estrecho de un enfermo de COVID-19.

Ayer también estaba previsto que el femicida fuera sometido a una pericia psicológica, pero el estudio será reprogramado porque el defensor, Gonzalo Estrada, solicitó que en el mismo también participe un perito sugerido por él.

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