Vive en Lincoln, cerca de Buenos Aires, y lo que ha conseguido hacer con su hijo asombra a muchos. Lucas, que es el tercero de los hijos de la doctora Maffía, era un bebé con el cuerpo rígido y sin movimiento y hoy prácticamente es uno más de los niños de su edad. El dióxido de cloro y una vacuna también tienen que ver en esta tremenda historia que nos cuente ella misma.
Todo comenzó a las 8 horas de haber nacido y tras recibir el pecho materno. “Mi hijo quedó tieso, duro, negro, con una cianosis generalizada, con un problema respiratorio grave, con un estado de convulsión permanente”. Nunca supo que había pasado hasta que cinco años después de nacer, uno de los numerosos médicos que había consultado le explicó que a un recién nacido le dan bastantes cosas por ley. Y lo que le habían administrado a su hijo aparecía en la última página de la cartilla sanitaria.
Ahí podía estar la clave de lo que le sucedió a Lucas… Estos niños tienen conductas y trastornos neurológicos que están directamente relacionados con la intoxicación que padecen”, nos dice tratando de resumir lo que ha ido aprendiendo al tiempo que ayudaba a Lucas a recuperarse. En estos años ha llevado una doble vida: a los médicos alópatas les decía lo que querían oír mientras curaba a su hijo con medicinas alternativas como el dióxido de cloro. Mariana Maffía es una madre coraje, una fuerza de la naturaleza, sin ella, Lucas probablemente ni existiría.
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