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Llegó el día: El “Gour Max” construido en un departamento voló por primera vez

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Foto Guor Aeronautica

Después de poco más de media hora en lo alto y de hacer diferentes maniobras, la máquina tricolor (es blanca con detalles en negro y rojo) descendió e hizo estallar los aplausos de los aficionados, familiares y conocidos que fueron a alentar al creador. Él fue el primero en acercarse y recibir con un afectuoso abrazo a Maximiliano Cruceño, quien además de ser el piloto que comandó la nave, es su fiel amigo.

“Todos los aviones son distintos y las emociones también son únicas e irrepetibles. Estoy feliz de que Maxi lo haya podido disfrutar y de poder recibir la primera certificación”, expresó Persa, al ver que su “criatura” había completado las evaluaciones sin ningún inconveniente.

Así, la ansiedad de la espera le cedió paso a la algarabía, porque la de ayer fue la culminación de una aventura que empezó en marzo de 2020, justo cuando el coronavirus llegaba a Argentina y obligaba a implementar el aislamiento social obligatorio.

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“Lo raro de todo esto fue que, por la pandemia, trabajé completamente solo, salvo alguna que otra ayuda que me dio mi familia para mover las piezas grandes. A mí me gusta mucho volar, pero también construir y por eso disfruto todas las etapas”, repasó.

Casi un año y medio le llevó al hombre realizar un proceso que, en realidad, suele demandar más tiempo: desarrolló los planos, adquirió los materiales, armó la estructura, colocó el motor y todos los componentes y culminó con la pintura y todas las terminaciones.

La particularidad es que hizo todos esos trabajos en el primer piso de su casa, donde instaló su taller. En agosto tuvo que bajarlo con una grúa para terminar las últimas partes en el aeroclub.

“Es costoso y complicado arrancar porque todos los materiales que usamos son aprobados, para tener un avión certificado y con la máxima seguridad. Lo tengo que vender para seguir autofinanciando los proyectos y hay expectativa porque no hay muchos que fabriquen desde cero en el país”, contó.

Aunque el despegue estaba previsto para las 10, se retrasó dos horas a la espera de que el inspector de la ANAC llegara a la ciudad y pudiera chequear todos los detalles de la máquina. Jorge Raúl Vega, coordinador del área de Aeronaves Especiales Experimentales del organismo nacional, explicó que en realidad no solo verifican el resultado final, sino que acompañan todo el proceso de construcción.

“Lo guiamos desde la compra de elementos, de qué tipo de motor y hélice usar según el peso, cómo soldar los caños y mucho más. Lo asesoramos en todo lo que podemos”, aseguró.

Este sábado se constató qué el vehículo funcionara correctamente a diferentes alturas y velocidades. Luego, le otorgó a Persa la documentación para que la aeronave pueda circular por un radio de 40 kilómetros cuadrados durante un año o 40 horas, “lo que terminé primero”, dijo. Luego, volverán a hacer la evaluación para la habilitación definitiva.

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Cruceño, quien es piloto comercial y el administrador del Ente de Desarrollo Aeronáutico de la Provincia, expresó al bajar de la cabina: “Los vuelos así se disfrutan un montón, cuando sale todo bien. Lo que hace Fernando es impresionante. Quien lo ve desde afuera, mira lo estético y se da cuenta que está muy lindo. Pero dentro de esta cáscara, hay un trabajo enorme y queda en evidencia que el vuelo no tuvo ningún problema”.

El “Guor Max” es la tercera aeronave que el mercedino construye, aunque en sus dos primeras creaciones había trabajado en sociedad con Javier Darnay. A diferencia de los anteriores, este modelo tiene capacidad para cuatro pasajeros, es más grande y más veloz. “En este momento en el taller se están haciendo dos más, que uno es de Darnay y el otro de Marcelo Colombo. Y seguimos con el sueño de hacer una fábrica en Villa Mercedes”, reveló.

Fuente: ED

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