Esta semana, en el programa Central de Noticias San Luis, recibimos un pedido urgente de una oyente. Se presentó como Lourdes Becerra, oyente fiel, y pidió salir al aire. Nos contó que hablaba de parte de su amiga, Claudia Benito, una conocida vecina de la ciudad, para presentar un problema que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo. Claudia necesita con urgencia una medicación oncológica. Como todos sabemos, de esas medicaciones depende muchas veces la vida de los pacientes. Por alguna razón, la obra social UPCN no se la autoriza. Claudia se encuentra desesperada, y esta medicación es tan cara, que ni siquiera vendiendo su auto (opción que llegó a pensar) le alcanza para comprarla.
¿Y qué hace la obra social? No lo sabemos. Quizás podrían decir que no tienen porqué informarlo, pero ya a esta altura deberían saber que una vida no es solo un número de afiliado, y que este tema ya es un tema de estado público. Los amigos, los familiares, la gente que se solidariza en las redes sociales, quiere saber que están haciendo para conseguir esa droga que Claudia necesita con urgencia para este viernes.
El rol de las obras sociales viene siendo algo digno de analizar. En esta pandemia, el Estado Nacional emitió diferentes comunicados sobre el rol que debían cumplir con sus afiliados con respecto a la atención de los enfermos de COVID-19. En ciudades grandes como Córdoba y Buenos Aires quizás estén cumpliendo, pero en el interior se han hecho los boludos. O mejor dicho, ni siquiera eso. Para quienes piensen que puedo estar siendo un mal hablado (aunque debo decir que esta situación supera mi normal estado de paz mental), “boludos” eran los gauchos argentinos que en las guerras de la independencia iban al frente con bolas de piedras como única arma. Es decir, los boludos eran los mas valientes de los patriotas, los que sabían que probablemente morirían en batalla. En este caso particular, las obras sociales (en su mayoría, aclaro) no estarían yendo al frente. Han dejado que la salud pública se haga cargo de todo, es decir, de los tratamientos, y de la culpa cuando algo sale mal.
Pero mas allá del COVID-19, esto este caso es un tratamiento oncológico, algo que deberían tener como mecanismo aceitado. Pero no, quizás las uñas de algún funcionario sean mas importantes. La burocracia, que le dicen, eso de lo que renegaba el Doctor René Favaloro cuando discutía con funcionarios que demoraban estos procesos que tienen que ver con vidas de personas, no con expedientes.
Ojalá el día lunes me llegue la noticia de que estoy completamente equivocado, y me vea obligado a pedir disculpas a la administración de UPCN por que consiguieron los medicamentos. Cualquier otra cosa que puedan decir, no tiene excusa. ¡No hay excusas!. O lo consiguen o no lo consiguen, y espero que los funcionarios no se descarguen con los empleados, por que UPCN es una obra social que nació para proteger la necesidad de un gran sector de empleados públicos. El afiliado 1 fue Juan Domingo Perón. Sus funcionarios tienen la obligación moral, ética (y también hay una ley con respecto a eso) de solucionar este problema.
Repito, ojalá el día lunes tenga que pedir disculpas. Tanto el micrófono de la radio, como la posibilidad de manejarse por escrito para explicar la situación, está abierta para la gente de UPCN.
César Albarracín
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